Querida incrédula:
Seguramente no quieras leer esta carta ya que desconfías de
todos y de todo, pero aun así yo lo voy a intentar. He decidido escribirte por
qué veo cómo te pierdes entre lágrimas y desesperación. Como perdiste la fe y
dejaste de creer en mí.
Sé que te hice daño, fue irremediable, soy así. Pero tienes
que recordar todo lo bueno que te di. Todavía me acuerdo de lo felices que
fuimos, de cómo reías como una niña, no se te borraba la sonrisa de tus labios.
Siempre te ponías guapa vistiendo tus mejores prendas que guardabas en el
armario para ocasiones especiales. Te levantabas con ganas de comerte el mundo
y dormías como un angelito.
Recuerda todo eso para que vuelvas a creer en mí.
Búscame, no estés sola, la soledad no es para el ser humano.
Búscame y me hallaras en tu familia, en tus amigos y seres más queridos.
Búscame en cualquier persona, en
cualquier ser vivo. Sabes que estoy ahí, en cualquier parte y en todos sitios a
la vez. Estoy siempre cerca de ti, en un papel en blanco esperando a que lo
colorees de sentimientos, en los animales fieros y majestuosos, y a la vez en
los más mansos que esperan tus abrazos y tus caricias. En el jardín más hermoso
a pesar de sus enredaderas y espinas, en la naturaleza salvaje de las olas y en
las montañas inalcanzables. Búscame incluso en ti. Siempre estoy ahí.
Conmigo sentirás el gozo de vivir pero también tendrás que
sufrir.
Con cariño, firmado: EL AMOR.
P.D. Si no me encuentras te encontraré yo a ti.
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